TRASTORNO ESPECTRO AUTISTA
El TEA es un trastorno de origen neurobiológico que afecta a la configuración del sistema nervioso y al funcionamiento cerebral, dando lugar a dificultades en estas áreas principalmente:
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- La comunicación.
- La interacción social.
- La flexibilidad del pensamiento.
- En el juego.
- La conducta.
El TEA no desaparece, pero si puede mejorar si lo hacemos desde los primeros años que se detecta, a través de los tratamientos e intervenciones socioeducativas con los profesionales adecuados ( psicólogos, pedagogos, logopedas, fisioterapeutas...).Es importante la coordinación de los recursos de los tres sistemas implicados (Servicios Sociales, Educación y Salud), dotándoles de medios adecuados y suficientes a las familias y a sus hijos.
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El TEA no lleva asociado ningún rasgo físico diferenciador (solo se manifiesta a nivel de las competencias cognitivas de la persona y del comportamiento).
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Las personas con TEA pueden tener dificultades para responder de manera flexible a las demandas de los diferentes contextos y ajustar su forma de pensar y de comportarse. Por ello, adaptarse a los cambios o a situaciones imprevistas puede suponerles un gran esfuerzo y generarles malestar, angustia o ansiedad.
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Algunas personas con TEA presentan alteraciones en el procesamiento de los estímulos sensoriales, que se puede manifestar en malestar intenso ante determinados sonidos, olores, luces, sabores o texturas; interés inusual en aspectos sensoriales del entorno (como insistencia por oler o tocar determinadas cosas); fascinación por luces, objetos brillantes o que giran o indiferencia aparente al dolor o a la temperatura.
EL SÍNDROME DE ASPERGER
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El TEA es un trastorno complejo del neurodesarrollo, con características nucleares propias y definitorias. Esta especificidad se pone de manifiesto en las últimas versiones de los sistemas de clasificación internacionales de salud y trastornos mentales (CIE-11 y DSM-5). Ambos han modificado la denominación de la categoría diagnóstica, sustituyendo el término “trastorno generalizado del desarrollo” (TGD) anteriormente empleada, por la de “trastorno del espectro del autismo” (TEA).
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Las antiguas clasificaciones establecían la categorización de los TGD en diferentes trastornos. En la actualidad, tanto el DSM 5 como la CIE-11 recogen bajo un solo término (TEA) el conjunto de trastornos del neurodesarrollo que antes se incluían en la categoría de trastornos generalizados del desarrollo. Así, los nuevos sistemas de clasificación identifican los criterios de diagnóstico que comparte el TEA, pero reconoce explícitamente la variabilidad de las personas que lo presentan en cuanto a sus habilidades lingüísticas e intelectuales.
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Por lo que respecta al síndrome de Asperger, los criterios diagnósticos del citado DSM-5 establecen que a las personas “con un diagnóstico bien establecido según el DSM-IV de trastorno autista, enfermedad de Asperger o trastorno generalizado del desarrollo no especificado de otro modo, se les aplicará el diagnóstico de trastorno del espectro del autismo”.
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Esta afirmación no deja lugar a dudas: el síndrome de Asperger está incorporado en la definición de TEA.
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DSM-V
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DSM5: criterios diagnósticos del TEA en el DSM5 (F84.00)
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Los criterios actuales son:
A. Déficits persistentes en la comunicación y en la interacción social en diveros contextos, manifestado por todos los siguientes síntomas, actualmente o por los antecedentes:
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1. Dificultades en reciprocidad socio-emocional; varían, por ejemplo, desde un acercamiento social anormal y fracaso de la conversación normal en ambos sentidos, pasando por la disminución en intereses, emociones o afectos compartidos, hasta el fracaso en iniciar o responder a interacciones sociales.
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2. Déficits en conductas comunicativas no verbales utilizadas en la interacción social; varían, por ejemplo, desde una comunicación verbal o no verbal poco integrada, pasando por anomalías del contacto visual y del lenguaje corporal o déficits de la comprensión y el uso de gestos, hasta una falta total de expresión facial y de comunicación no verbal.
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3. Dificultades para desarrollar, mantener y comprender la relación. Estas dificultades varían, por ejemplo, desde las dificultades para ajustar el comportamiento en diversos contextos sociales, pasando por dificultades para compartir juegos imaginativos o para hacer amigos, hasta la ausencia de interés por otras personas.
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B. Patrones repetitivos y restringidos de conducta, actividades e intereses, que se manifiestan en, al menos dos de los siguientes síntomas (actualmente o por los antecedentes)
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Movimientos, utilización de objetos o hablar estereotipados o repetitivos (por. ej. estereotipias motoras simples, alineación de los juguetes o cambio de lugar de los objetos, ecolalia, frases idiosincrásicas).
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Adherencia excesiva a rutinas, patrones de comportamiento verbal y no verbal ritualizado o resistencia excesiva a los cambios (ejs., gran angustia frente a cambios pequeños, dificultades con las transiciones, patrones de pensamiento rígidos, rituales de saludo, necesidad de tomar el mismo camino o de comer los mismos alimentos cada día)
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Intereses muy restringidos y fijos que son anormales en cuanto a su intensidad o foco de interés (ejs., fuerte apego o preocupación por objetos inusuales, intereses excesivamente circunscritos o perseverantes)
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Hiper- o hipo-reactividad a los estímulos sensoriales o interés inusual en aspectos sensoriales del entorno (ej., indiferencia aparente al dolor/temperatura, respuesta adversa a sonidos o texturas específicas, oler o tocar objetos en exceso, fascinación visual por las luces u objetos que giran).
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C. Los síntomas deben estar presentes en la infancia temprana (aunque pueden no manifestarse plenamente hasta que las demandas del entorno excedan las capacidades del niño o pueden estar anmascarados por estrategias aprendidas en fases posteriores de la vida).
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D. El conjunto de los síntomas limitan y alteran el funcionamiento diario.
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E. Estas alteraciones no se explican mejor por la discapacidad intelectual o por el retraso global del desarrollo. La discapacidad intelectual y el trastorno del espectro autista con frecuencia coinciden; para hacer diagnósticos de comorbilidades de un TEA y discapacidad intelectual, la comunicación social ha de estar por debajo de lo previsto para el nivel general de desarrollo.
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Deben cumplirse los criterios A, B, C, D y E.
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ESPECIFICAR SI....
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- Existe discapacidad intelectual o no.
- Si hay alteraciones o retraso en el desarrollo del lenguaje.
- Si está asociado a una afección médica o genética, o a un factor ambiental conocidos.
- Si está asociado a un trastorno del neurodesarrollo, mental o del comportamiento.
- Si está asociado con catatonía.
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Respecto a la severidad, se describen tres niveles para cada una de las dos dimensiones que forman los criterios diagnósticos. Estos niveles se refieren al grado de ayuda necesaria para cada uno de los dominios ("necesita ayuda muy notable", "necesita ayuda notable" o "necesita ayuda").