Los premios son demandados por los padres para conseguir que sus hijos cumplan con ciertas normas o hábitos. Muchas veces utilizamos los premios materiales, que no están mal utilizarlos en alguna ocasión hasta que asuman e interioricen una conducta deseada, pero es mucho mejor que utilicemos las recompensas sociales, es decir que lo felicites, le des las gracias, le otorgues algún privilegio ( salir al parque con él/ella, ver una película con él/ella, ayudarte a sacar la basura, jugar algún juego con él/ella, elegir la cena, lavar el coche juntos, ir al supermercado, leer dos cuentos...

​

Con los premios reforzamos las conductas que queremos que adquieran los niños, no hay que estar constantemente felicitando y dandole las gracias, sino que debemos hacerlo cuando realmente veamos un pequeño progreso en el niño. Los premios deben ser concedidos en corto plazo de tiempo.

​

El niño cambia lentamente a base de repeticiones, no le digamos:

 

                                                  " Has metido la ropa sucia en el cubo, te lo he tenido que decir tres veces para que lo hagas". 

​

Vamos a decirle:

​

                                                 " Lo has hecho genial", " Lo has recogido súperbien, sí señor!"

                                                 " Mi niño, eres un campeón"

​

No debemos abusar de los premios materiales y las recompensas de la comida ( gominolas, dulce...) a cambio de su comportamiento.

​

Tenemos que consensuar los premios con nuestra pareja, para ir los dos a una. Vamos a optar en gran medida por las recompensas sociales. Vamos a valorar más los progresos más que el resultado final.

​

Los niños en la medida de su edad, dan mucha importancia al juego, a las emociones, y a que les presten atención. Por ello es importante compartir esos premios juntos en familia.

​

​